Hoy somos danza, somos por quienes nos abrieron el camino, somos profesionales de la danza por quienes con su perseverancia, lograron que hoy se pueda estudiar profesionalmente la danza en varias universidades del país; somos historia de la danza, por quienes reconocieron el valor del archivo como medio de conectarse con futuras generaciones; somos un tejido de identidades y singularidades en nuestra colectividad y diversidad cultural que habita la danza desde distintas maneras, por quienes han salvaguardado nuestra cultura desde su contemporaneidad.
En la voz de las estudiantes que continuaron un legado: Celia Inés Mariño, Gloria y Amparo Ramírez, Ana Consuelo Gómez Caballero, Alfonso Rodríguez, Jaime Orozco y Julián Román.
Inicia muy niña sus clases de ballet en el Teatro Colón en Bogotá, un año más adelante Beatriz la invita beneficiándola con una beca, para que tome clases en la academía siendo su primera interpretación en la coreografía "el Idilio de la Luciérnaga", su talento es admirado no solo por sus profesores, compañeras sino por el público y la prensa bogotana, es la estudiante que con la formación recibida en Bogotá es becada a los 14 años para viajar a Nueva York dentro del programa y convenio de becas con el American School of Ballet, regresa al país y se vincula como profesora de Ballet de la Academía Nacional de Ballet, haciendo coreografías, la última que realiza en Bogotá es Coppelia en el Teatro Colón antes cerrar la Academia en 1958, viaja a Venezuela y sigue cualificando la técnica desarrollándose como bailarina principal del Ballet Nacional de Venezuela y realizando giras por el Caribe y al interior de Venezuela, tuvo invitaciones especiales al festival Internacional de la Habana, Cuba en 1976, coincidiendo en escena con Ana Consuelo y Jaime Diaz mientras ella hace un dueto con Mario Ignisci. Es parte de la lista de bailarinas migrantes fundacionales en el vecino país, Cuando llega a Estados Unidos en 1985 se convierte en maestra de ballet en la Alvin Ailey y ha ocupado puestos como directora del Departamento de ballet, directora de la división Juvenil, asesora estudantil e instructora de ballet, punta y variación. Desarrolló el plan de estudios para la división junior y realiza audiciones tanto para Ailey/ FordhamBFA como para los programas de becas. Igualmente ha sido profesora de Dance Theater of Harlem, Phildanco, Central Pennsylvania Youth Ballet, Boston Conservatory y Boston Ballet School, en Estados Unidos se le conoce como Celia Mariño para facilidad de la pronunciación de su nombre, sus interpretaciones son numerosas e inolvidables como bailarina y su excelente labor como pedagoga es gracias a la confianza que Beatriz depositó en ella cuando era muy jóven en Bogotá. Actualmente está jubilada y vive en Boston en compañía de su familia de bailarines.
Las hermanas Gloria y Amparo Ramírez toman clases de ballet siendo muy niñas en la Academia Nacional de Ballet y se presentan en varios repertorios en el Teatro Colón; en algunos momentos tenían que cambiarse los nombres porque no era bien visto que las niñas de bien estuvieran en una escuela de danza, al cerrar en 1958 la Academia Nacional de Danza, complementan su formación en Nueva York tomando clases de Danza Moderna y Jazz-Luigi, años después abren su academia en Bogotá y Amparo sigue cualificándose en Italia, mientras Gloria se queda al frente de la dirección artística por su Academia, pasaron grandes bailarines como Margarita Acevedo, Álvaro Fuentes entre otros. Amparo desarrolla su carrera como solista con su esposo también bailarín Argentino, Mario Ignisci.
Recibe clases inicialmente con su mamá la bailarina Ana Caballero de Gómez y posteriormente entra en la Academia Nacional de Ballet cuando tiene 12 años. Beatriz Kopp la recuerda: "era una niña muy especial cuando no bailaba se la pasaba leyendo". Su formación se complementa en el exterior en el American School of Ballet, más adelante en Paris con la maestra Olga Preobajenska y Elvira Roné, perfecciona su técnica con Sulamif Messerer y Erik Volodín maestros del Bolshoi y cuando llega al país funda la academia Ana Pavlova en Bogotá gracias al apoyo de la bailarina Ana Caballero. Forma varias generaciones de bailarines que triunfan en el exterior y junto a Jaime Díaz conforman una gran familia de bailarines, ganando varios premios a nivel nacional e internacional.
Su trabajo compositivo dentro de lo experimental en el ballet, la convierte en una creadora integral e innovadora. Fue primera bailarina en la Compañía de Colcultura y obtuvo Medalla al Mérito Artístico 1985, Premio Vida y Obra con el Ministerio de Cultura. La niña Ana Consuelo se puede ver en la revista Cromos en 1955 en una foto en sus inicios en la Academia falda blanca tercera de izquierda derecha.
Se gradúa de la Academia Nacional de Ballet. Maestro de danza en el Sena, donde le da las primeras clases a Fernando Urbina. Después viajó por varias ciudades de Colombia impartiendo clases de ballet y trabajó haciendo coreografías en los cafés conciertos como en la Casa del Gordo, con Carlos Benjumea.
El primer grado (1950) se realiza en el Museo Nacional con el título obtenido: Profesoras de enseñanza elemental y superior de ballet. El poeta Jorge Rojas es el encargado del discurso y las primeras estudiantes que se graduan son Hilda García y Mariela Torneros, con una muestra individual y colectiva: Tierra de Ensueño Muisca: O. Roeder y Valses de Brahms.
Hilda García abre academia en Oklahoma y Mariela Torneros también viajó a Estados Unidos.
Posteriormente, en 1953, Karen Balg y Celia Inés Mariño son la segunda generación en graduarse, Inés Mariño obtiene Beca American School of Ballet. Los últimos grados corresponden a Esperanza Bernal y Peter Coll.
En la Academia, mientras imparte clases y es director coreográfico Kiril Pikieris, hay un interés por las danzas regionales, como son nominadas en el momento, hay una tendencia en especial por las danzas cundiboyacenses y de la zona andina del sur como la Guaneña, nombradas en su repertorio como "Cuadros Nacionales", que incluyen en sus presentaciones y las recrean en un evento intercultural, durante la visita de la compañía de danzas tradicionales de la India. Igualmente la Academia continúa llevando dentro de su repertorio las danzas nacionales e internacionales como podemos observar en 1955 con "bambucos".
Por su parte, el cuidado de Karen Balg de Genrosowsky al custodiar este archivo, es correspondiente a la dedicación que ambas mujeres entregaron a la danza, como un noble arte que podía engrandecer al ser humano y abrirle nuevos horizontes. Al encontrar este Fondo BK&KB se puede decir que son pioneras en archivística de historia de la danza, quienes permiten hoy profundizar en el estudio historiográfico, donde se replantean otros modos y formatos para llegar al registro de la historia de la danza.